La gama de Flupol presenta soluciones de recubrimientos anticorrosivos pasivos para todo tipo de procesos químicamente agresivos.
La corrosión es un proceso que ocurre de forma natural, ya que los elementos que componen un determinado material buscan alcanzar su forma más estable. En el caso de los metales estas formas son normalmente óxidos o hidróxidos.
Desafortunadamente estas transformaciones químicas tienen impacto en las propiedades de los materiales, modificando las prestaciones de los mismos. Por ejemplo, el acero al carbono es corroído para formar óxido de hierro, que a su vez lleva a la desagregación del material, reduciendo drásticamente sus propiedades mecánicas.
La función de un recubrimiento anticorrosivo pasivo es prevenir el contacto del material de sustrato con los agentes corrosivos que causan transformaciones químicas. Para que el recubrimiento pueda funcionar tiene que adherirse fuertemente al sustrato, y ser tan inerte cuanto sea posible con respecto al ambiente en que funcionará. Sin embargo, ser químicamente inerte no es suficiente en muchos casos, ya que el recubrimiento también tiene que garantizar una impermeabilidad adecuada a lo largo de su espesor. Si un recubrimiento es químicamente inerte pero no garantiza propiedades de barrera de difusión adecuadas, el sustrato recubierto será corroído mientras el recubrimiento permanecerá aparentemente no afectado.
Un recubrimiento anticorrosivo pasivo bien desarrollado presenta todas estas propiedades para proporcionar el sustrato una larga vida útil en funcionamiento.